lunes, 23 de julio de 2012

Sobre Mono y Esencia

Alguna vez leí o escuché que lo único bueno que Aldoux Huxley había escrito era Un Mundo Feliz. Me negué un poco a creerlo, pero ahora estoy casi segura de que es verdad. Y digo casi porque no he pasado de leer, precisamente, Un Mundo Feliz y ahora, Mono y escencia.
La obra está escrita en un modo original, a manera de un guión de cine. De hecho, se trata de una narración enmarcada dentro de otra, es decir, un personaje encuentra el manuscrito y luego, lo deja para que el lector se meta de lleno en él. Así, la primera parte del libro es un tanto difusa, pues transcurre en las cercanías de Hollywood y dentro de este lugar, hasta que se descubre el guión, entre otros que no fueron aceptados y están a punto de ser incinerados.
Entonces, comienza la historia de verdad. El mundo ya ha pasado por la Tercera Guerra Mundial, y está sumido en un futuro apocalíptico tan malo como se pueda imaginar. La sociedad está compuesta de manera jerárquica y piramidal, en la cual, se adora a Belial, que es Satanás. La razón es simple: se ha podido observar cómo éste ha ganado la guerra contra el bien, transformando el mundo en un infierno para vivir. Y se le adora, no porque se crea que es una deidad en realidad benigna, no, al contrario, se sabe que Belial sólo busca el mal para los hombres, pero adorarlo es, literalmente, como arrojar un pedazo de carne a un tigre rugiente, se le tiene tranquilo al menos por un momento.
En medio de esta lógica, llega, desde Nueva Zelanda, un explorador, es biólogo y se desconcierta ante las cosas que encuentra. La Tercera Guerra no daño Nueva Zelanda porque no era un objetivo de guerra, por lo tanto, las cosas ahí siguen normalmente, como antes del conflicto bélico. Se asombra frente a las cosas que encuentra, en un mundo donde la mujer es concebida y tratada como un vaso de ignominia y el sexo, permitido sólo durante unas cuantas semanas, para los seres inferiores, con fines sólo de procreación. Los niños que más deformes nacen, son usados para el sacrificio. El resto del año, el sexo es prohibido, y de hecho, el amor también lo es. Los que son descubiertos amándose son terriblemente asesinados y la única forma de establecer una relación es huyendo de ese lugar, a otra colonia, detrás del desierto (¿México?) en donde las personas aún establecen relaciones sentimentales sin que esté mal visto.
La novela se lee rápidamente, sin embargo, después de Un Mundo Feliz, no es nada por lo cual haya que asombrarse. Infiernos peores se describen en 1984, donde el extremo parecido con la realidad actual es lo que pone los pelos de punta. Tuve pesadillas mientras leía el libro. En cambio, la idea de la adoración a Satán no me pareció en lo personal, nada porqué alarmarse. Se trata de una metáfora de la degradación moral e intelectual que, me parece, no sólo es ya común, sino hasta deseable de cierta forma, frente al auténtico retroceso evolutivo que parecen vivir los seres humanos del siglo XXI. No es Satanás lo más aterrador a nuestro alrededor. Lo son otro tipo de cosas más identificables y con rostros más amigables.
 Sin embargo, pudiera ser que esta obra, como otras de Huxley, despierte la reflexión acerca del entorno en el que se vive. Pero, si hay alguna otra cosa para leer al alcance, que sea literatura de más alto nivel, recomendaría dejar entonces esta obra para un momento en el cual, definitivamente, no haya nada más a la mano.

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