miércoles, 25 de septiembre de 2013

La voz satírica y lo soez en Indiscreciones de un perro gringo


La novela Indiscreciones de un perro gringo es una sátira donde la voz principal la lleva Buddy Clinton, que no es sino la referencia directa al que fue el perro de la familia Clinton, un labrador retriever de color chocolate.  En este trabajo se hará referencia a la importancia que tiene la voz animal de Buddy en relación con la voz satírica que caracteriza a la obra del autor, en cuyos trabajos resalta lo que él da en llamar la Poética de lo Soez.

 

Sobre el autor y su contexto

Luis Rafael Sánchez es un puertoriqueño nacido en Humacao, 17 de noviembre de 1936. Es narrador, dramaturgo y ensayista. Su ideología política se centra en el afán independentistas de Puerco Rico, y así, en sus obras critica la decadencia gubernamental de su país, obsesionada por los productos norteamericanos, tal es en su novela La guaracha del Macho Camacho, publicada en el 76.  Una de las principales características de su obra literaria es que suele recurrir con frecuencia al sarcasmo y la sátira, asegura él, para salir de la realidad cotidiana (Fernández de Cano, en línea).

De esta forma, la línea estilística de Rafael Sánchez está centrada, precisamente, en su preocupación acerca de los problemas de identidad que arrastra su país, debido a la presencia estadounidense en el país. En su ensayo, Hacia una poética de lo soez, Sánchez alude a lo que ha sido la línea directriz de su narrativa: “La búsqueda de asuntos y temas para su escritura estará dirigida no sólo hacia las zonas periféricas y marginales, y hacia los personajes menos favorecidos socialmente, sino que también estará dirigida hacia aquella parte de la sociedad de mejores recursos económicos, pero cuya ética y moralidad los convierte en seres procaces (Sánchez Rondón, 2006, p. 2)”.

Así, para el autor, la importancia de la lengua es fundamental. Él propone que, para una mejor cohesión de la identidad nacional, es necesario que en su literatura se incorpore lo soez, pero no solamente como estrategia narrativa, sino en el lenguaje mismo, al utilizar las palabras que suenan en las calles, que componen la jerga popular y que son, netamente, la concreción del sentir y la espiritualidad boricua.

 

Al respecto de la situación política en Puerto Rico, se trata de un país que ha pasado por 400 años de colonialismo español (Torres Degró, 2004), y que desde 1898, con la presencia norteamericana en la isla, se ha visto forzada a asumir patrones de conducta y formas de vida que muy poco benefician el desarrollo de una auténtica nacionalidad; creando en los hombres y mujeres del país conflictos de identidad que no tienen parangón en el resto del Caribe, ni en Latinoamérica. A raíz de esto es que Rafael Sánchez ha organizado su narrativa alrededor de lo que él llama lo soez: una poética de lo soez, como estrategia de rebelión contra la imposición de una cultural vacua que se come a otra, que era vibrante y plena. Así, y bajo la voz de un perro, Sánchez lanza una y otra vez indirectas y reclamos breves hacia una cultura impositiva de lo mercadológico y comercial.

 

 

El papel de la voz animal en la novela

A diferencia de otros textos, donde la voz animal sirve únicamente como receptáculo de las inquietudes humanas, o simplemente como vía moralizante, o de la evidente sátira del humano contra el humano (tal y como se hace en la Fábula tradicional), en este libro se ha intentado dar relevancia a la visión y postura que un perro pudiera tener de lo que le rodea. Es decir, es claro que la voz de Buddy da cauce a la inquietud del autor con respecto a su entorno, sin embargo, la voz animal no se limita aquí a ser un mero disfraz de la crítica. Mediante diferentes divergencias, comentario, desvíos y opiniones, Buddy va dando, a lo largo de su relato, su perspectiva acerca de lo ocurrido con el presidente y Mónica, pero además, se esfuerza en mostrar su antiguo abolengo perruno, al par que describe la experiencia de ser un perro, donde el mundo de los olores y sonidos se impone, como es sabido, al de la visión.

 

En este libro, como en gran parte de la narrativa del autor, la sátira se dirige contra aquellos que han provocado insatisfacción social: aquellos que, como diría el autor, son los amos del poder y abusan de él y de los bienes del estado, poniéndose en una situación de corrupción y procacidad que irritan a quienes observan.

A través de la parodia que Buddy hace de la historia de Noé y el Arca, se denuncia la banalidad de los productos culturales del pop y en especial, de lo proveniente de la cultura sajona ¿norteamericana? (El grupo That Fucking Noise Factory, la disco While Visiting Sodoma Try The Sodoma Way), al mejor estilo la perversión sodomita (“billete sobre billete, no hay falo que se sujete” Sánchez, p. 14). Más adelante, Buddy continua con el sarcasmo, aunque no es su intención, del cine norteamericano y su banalidad extrema, con títulos de películas como Buddy Clinton en El perro araña, Buddy Clinton desafía a King Kong, El perro Invisible, El Perro más sexy del mundo y  El perro de Troya, entre otras (Sánchez,  p. 79-80).

Otro elemento de crítica al racismo y jerga ofensiva que el estereotipo norteamericano suele usar se refiere a los insultos que Buddy padece de los agentes infiltrados que lo molestan: Perro afroamericano, Perro hispano de basura, Perro mexicano ilegal, Narcoperro colombiano, Avaro perro judío, Perro árabe terrorista, Jodido perro pacifista, Perro maricón. No hace falta decir que estos insultos no le fueron dirigidos a Buddy por ser, en verdad, un perro, sino que el término es frecuente como tal al dirigirlo en verdad a las personas a quienes se ofende de estas maneras.

 

Este recurso metaliterario, es decir, la utilización de un narrador canino a lo largo de la novela, cumple una función importante. Frente a la indignación que produce la conducta libidinosa de quienes poseen el poder, la voz de Buddy Clinton da la vuelta, roza la indignación de quienes observaron, sin embargo, nunca abunda, de hecho, ni siquiera se acerca directamente al hecho de manera directa, de forma que pudiera decirse que la voz de Buddy es la voz de la molestia pública.

Al mismo tiempo que Buddy da cuenta de su perrunidad, no teme en utilizar, precisamente, lo que el autor llama un lenguaje soez para describir lo concerniente al sexo, en la idea de que a los perros no los abochorna como a los humanos las referencias al acto sexual o los genitales. Para el perro, no hay empacho en describir la naturaleza del sexo perruno, y sin ambages, describe sus encuentros con hembras, usando, para esto, precisamente, lo que Rafael Sánchez describe como lo soez. A decir verdad, si fuera un protagonista humano el que utilizara estas descripciones, se le acusaría de vulgar y estos elementos descriptivos serían tachados de innecesarios. Pero tratándose de un perro, la voz animal compensa con la ingenuidad atribuida a la especie, su tratamiento del tema sexual. Incluso Buddy hace hincapié en que, mientras los perros disfrutan del sexo a granel, los humanos tienen muy poco que celebrar de él, cuando hay tantos tabúes impuestos a su alrededor. Es curioso que, además, el libro sea guardado, al final, en el mismo lugar que las confesiones de Paulina Bonaparte, acerca de sus aventuras sexuales durante su paso por el continente americano.

Más aún. Desde su perspectiva perruna, Buddy condena la retorcida mente de los humanos que los lleva, dice él, a criticar al presidente Clinton por su encuentro con Lewinsky, mientras que a nadie parece importarle sus encuentros sexuales con otros perros. Critica esto como hipocresía y se lamenta de que no haya mujeres durante su testificación porque se temió que el lenguaje soez las ofendiera, cuando la presa mundial habló en exceso de cómo la emisión espermática de Clinton manchó la ropa de Mónica.

Sin embargo, pese a tratarse de una voz perruna que trata de emular en lo posible la perspectiva del perro, el Buddy recién humanizado mediante la cibernética, no deja de tener rasgos estereotipados Para reforzar su perspectiva, al modo en que se supone que un perro debe ser, Buddy condena a la raza gatuna (gatuperios, por improperios) y sus costumbres en todo opuestas a las de los perros.  Comenta también que los perros ven en blanco y negro, cuando es sabido que no es así, los perros ven colores en una gama un poco distinta a la de los humanos y comenta esto al hacer mención de un sueño que tuvo.

La voz canina de Buddy contrasta con la voz humana de quien relata la historia, a la manera de quien se encuentra con ella por casualidad. Es una voz que intenta ser correcta, mesurada, comedida en sus descripciones. Pero además, la misma voz de Buddy, pese a señalar lo que es propio de los perros, padece de los síntomas de la humanización, como da cuenta la voz del humano que narra al inicio y al final. Su ingenuidad canina natural se ve empañada por su megalomanía, su racismo (especismo contra los gatos), su intolerancia y su certeza de ser superior. El narrador da, al final, cuenta de esto con lástima.

Por último, la estrategia que el autor usa para curar su voz de lo dicho por Buddy, es la que han usado muchos otros escritores de sátira a lo largo de los siglos, sobre todo en tiempos de la picaresca, igual que Francisco de Rojas con La Celestina, por ejemplo. Alude a haber encontrado el manuscrito y no ser de su propiedad. Se excusa largamente de la fortuna de haberlo hallado, para no ser acusado de ser un demente, y sí un autor original, al exponer el manuscrito como obra literaria.

En conclusión, la estrategia que el autor utiliza, de dotar a un perro de palabra, aunque no es del todo original, por tener antecedentes en otras obra, sí se destaca por la insistencia en articular una voz perruna lo más caracterizada posible. Es decir, la voz de Buddy no se relata solamente como la voz de un perro, sino que se va caracterizando, a través de sus digresiones, como la voz de un ser que percibe el mundo de manera distinta a la de los humanos, pero que ha sido irremediablemente contagiado por diversos vicios de los hombres. Esta estrategia permite al autor lanzar diversas críticas a las manifestaciones culturales estadounidenses, características en este caso por ser ridículas y en exceso comercializadas. Así, la poética de lo soez de Luis Rafael Sánchez se manifiesta a partir de la voz animal, para enunciar la transgresión desde la literatura.

 

 

Referencias

 

Fernández de Cano, J. R. (s/f). Luis Rafael Sánchez. Consultado el 22 de septiembre de 2013, en http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=sanchez-luis-rafael

 

Torres Degró, A. (2004). Las políticas poblacionales en Puerto Rico: cinco siglos de dominación colonial.  Memoria presentada para optar al grado de Doctor. Facultad de Filosofía. Universidad Complutense de Madrid. Consultado el 24 de septiembre de 2013 en http://biblioteca.ucm.es/tesis/fsl/ucm-t27463.pdf

 

Sánchez Rondón, Julio César, "POÉTICA DE LO SOEZ: Luis Rafael Sánchez: IDENTIDAD Y CULTURA EN AMÉRICA LATINA Y EN EL CARIBE" (2006). Theses, Dissertations, Student Research: Modern Languages and Literatures. Paper 1. Consultado el 22 de septiembre de 2013 en

http://digitalcommons.unl.edu/modlangdiss/1

Sánchez, L. R. (2007). Indiscreciones de un perro gringo. México: Alfaguara.

martes, 17 de septiembre de 2013

La posibilidad de la fábula en Bolaño, Monterroso y Arreola.


 
En el siguiente texto, se discutirá alrededor de cómo es que un texto que no ha sido concebido tácitamente como fábula, puede funcionar como tal, en la medida en que cumple con las características del género. Se analizará esto en función de un texto de Monterroso, La Oveja negra; de Arreola, El Prodigioso Miligramo y en especial, se hará énfasis en un cuento de Bolaño, El policía de las ratas


La fábula, entendida como un subgénero literario[1], es un texto pensado con finalidad didáctica que, como el apológo y la parábola, se inscribe dentro de los textos también llamados como parenéticos (relativos a la exhortación). A diferencia de los dos anteriores, la fábula se caracteriza porque recurre a la antromorfización de animales o cosas para representar, a través de la estereotipación de los personajes, valores alusivos a alguna característica notable de los mismos, por ejemplo, la maldad como distintivo del lobo, la astucia del zorro, la ingenuidad de la oveja, la mezquindad del cuervo, etcétera.

Para Helena Beristáin (1997, 2007), fábula se define como:

 

Apólogo, es decir, breve narración en prosa o en verso de un suceso de cuya ocurrencia se desprende una enseñanza para el lector, llamada moraleja. Se trata pues de un género didáctico mediante el cual suele hacerse crítica de las costumbres y de los vicios locales o nacionales, pero también de las características universales de la naturaleza humana en general.

 

Como se puede ver, el carácter didáctico de la fábula se enfoca a la promoción de valores, lecciones de vida, gestos de actuación que el ser humano debe atender y al que debe cuidar. Trabaja mucho sobre la base del "sentido común", pero también sobre valores preestablecidos para una sociedad determinada, que tienen validez a partir de la visión de un mundo estructurado bajo normas de orden binario: bueno-malo, honrado-ladrón, ingenuo-astuto. Es decir, la fábula y el apólogo advierten, por ejemplo, sobre la importancia de mantener la cordura frente a la opacidad del conocimiento (Los brahmanes y el león, en Borges), pero también hablan de sostener ciertos valores morales, importantes para el adecuado funcionamiento de la sociedad que promulga dichos valores (la cigarra y la hormiga, el pastor y el lobo). 

Desde una vista convencional, la fábula se distingue por sus partes, tales como: exordium (donde se invita al lector a participar de lo que se narrará en seguida), narratio (la acción dada a través de la actuación animal) y argumentatio (la moraleja como tal). Sin embargo, esta tipificación es demasiado corta para poder incluir en ella a la gran cantidad y variedad de fábulas que puede haber y por eso no es una tipologización suficiente para este trabajo (Forgas Berdet, 1992, p. 194)

Sin embargo, la fábula a través del tiempo contiene también un elemento satírico importante. La fábula en sí es la burla contra los ingenuos, los tontos, los pretendidos sabios que no tienen sentido común, los vanidosos, pero también contra los poderosos, los ricos, los propietarios, los amos, los clérigos. En este sentido, la fábula guarda una esencia trascendental  como relato entramado y que supera las convenciones didácticas establecidas en torno a ella (Cascajero, J. 1991).

 

Hay muchos ejemplos de fábulas donde el elemento satírico está presente. El Román de Renart es uno de los mejores ejemplos. En este texto, Renart, el zorro, es perseguido incansablemente por Isengrin, el lobo. Renart es un personaje que vive en el pueblo, no posee más que su inteligencia para escapar de la persecución del lobo, quien no descansa en buscar la manera de atrapar y matar a Renart, pero éste, más astuto, logra evadir exitosamente todas las trampas. Es evidente, en este texto medieval, que la sátira contra las diferencias sociales en la Edad Media se pone de manifiesto. [2]

Si bien las aventuras de Renart no fueron concebidos originalmente con la intención de crear una fábula, sin embargo, es evidente que se consideran tal debido a sus características. ¿Cuáles son dichos elementos que pueden hacer que una fábula sea considerada tal, o que lo sea un texto que no ha sido considerado como tal desde su formulación? A saber:

 

ü  Prosopopeya y animalidad de los personajes. No se trata de la antropomorfización del animal, sino que, a través de los animales y el estereotipo que se les da a representar, se muestran cualidades y defectos humanos.

ü  La puesta en escena de una enseñanza moral, pública, social o cultural que la gente de una comunidad debe tener presente para evitar daños que pudieran afectar tanto al individuo como a la sociedad.

ü  Analogía de la vida humana con la vida animal, en el sentido que empatar las preocupaciones sociales de supervivencia, cohesión y armonía con las de la manada (comparatio).

ü  Contrato de lectura entre escritor y lector, donde éste último acepta que a través del animal, se da en disfrazar algo concerniente a los seres humanos, y toca al lector rescatar este significado que se ha disfrazado para ser descubierto por todo aquel con el sentido común suficiente para lograrlo.

ü  Sátira de una situación particular: de la sabiduría contra la sensatez, de la vida conyugal, de la convivencia social, de la tiranía, de la trama policial, de la vida clerical incorrecta, de la soberbia contra la humildad, etc. Es decir, en el fondo, la enseñanza queda relegada a un segundo plano frente a la burla que implica que uno de los personajes quede en desprecio o burla frente a otro por no haber sabido elegir el camino o la decisión correcta.

 

Entonces, ¿es viable considerar como fábula a un cuento que no ha sido pensado como tal desde sus inicios? Por supuesto que sí, pues, como se decía, hace falta aludir a las características del texto para apreciar en qué medida es posible mantener esta aseveración[3]. A pesar de que pudiera criticarse la perspectiva estructural desde la que se plantea esto, es necesaria, dadas las características tácitas del tipo de texto que se analiza. La tipologización de textos se vuelve fundamental desde el argumento de que es necesario definir un marco teórico que:

 

…los defina y delimite por encima de los conceptos meramente intuitivos que conciernen a la competencia pragmático-textual del receptor, y que todos poseemos en mayor o menor grado. Dicha competencia nos permite discernir, sin aparente dificultad, pero también sin garantía científica, entre una y otra clase de textos (Forgas, 1992, p. 187, 188).

 

 

Cabe mencionar que, aunque se lleve a cabo una tipologización por fines de estudio, de ninguna manera se pretende encajar por la fuerza un texto determinado dentro de un esquema. 

En el caso de Monterroso, es claro que sus conocidas antifábulas han sido ya catalogas como tales por la crítica en general. Y como se podrá observar, el cuento de Arreola trae consigo una crítica y una enseñanza. Al revisar sus características, en función de las descritas anteriormente, es posible validarlos como fábulas. En los tres textos, la sátira y crítica va contra la sociedad humana, en tres aspectos de su naturaleza: En La Oveja Negra, la sátira es acerca de cómo la sociedad enjuicia a los personajes que en algún momento representan contracultura. Años después, se les reconoce, al parecer, su talento, su actuación heroica o su rebelión frente a las arbitrariedades del momento. Pero en realidad, este reconocimiento viene únicamente a la manera de un fetiche cultural. En el cuento de Bolaño, se trata de la negativa social a aceptar la maldad en estado puro y el impedimento de verla surgir en medio de una sociedad que avanza dificultosamente, pese a tener tantas cosas en contra. Y en el de Arreola, El Prodigioso Miligramo, la excentricidad del pueblo/hormiguero que decide poner su fe en variedad de objetos y fetiches, en lugar de ponerlo en su trabajo, con la esperanza individual de granjearse beneficios con ellos, llevando, con esto, su sociedad a la crisis y el límite de la extinción.

En las tres historias se remite al lector a una cuestión social en donde se critica las maneras en las que esta funciona, siempre al límite de la descomposición y el caos. La moraleja estaría implícita en el destino funesto de algunos actores sociales y se utilizan diversos choques sociales para ilustrar el continuo avance de la comunidad entre el equilibrio y la dispersión.

En cuanto a la función de la voz animal en cada uno de los textos, es notable la intervención en primera persona de Pepe el Tira, quien narra de su propia voz lo sucedido en las cloacas donde hace su investigación, recuperando así una de las características del género policiaco, donde es el detective el que narra. En los textos de Arreola y Monterroso, no es la voz animal quien narra, sino que un narrador heterodiegético se encarga de describir las acciones que van ocurriendo. Sin embargo, el hecho de utilizar animales para ilustrar vicios y problemas sociales, permite al autor evitar la descripción de una comunidad que pudiera ser entendida como una determinada y llevar con esto al lector a creer que se critica a una en particular, y no a la generalidad de los seres humanos y sus sociedades.

Específicamente, en el caso del cuento de Bolaño, El policía de las ratas, el texto comienza de una forma que espera engañar al lector al hablarle, en principio de un policía que bien pudiera ser humano. A medida que el lector se introduce en la historia, se observa que este policía deambula por cañerías (que podrían ser metáfora, y de hecho lo son, de las calles de una ciudad) y se va topando con otros individuos que viven y mueren acosados por diferentes depredadores.  Así es como el lector se da cuenta de que Pepe El Tira, el policía que narra la historia, es una rata, y también lo es el pueblo del que habla. El trabajo de este policía es encontrar cadáveres y ayudar a determinar, junto con el forense, qué los mató. Así es hasta que un día, encuentra un cadáver bajo circunstancias extrañas. Aquí es donde la sátira se acidifica, pues, ya no se habla de solamente depredadores que parecieran ajenos a la especie que asesinan, lo que los hace comprensibles. Sino que el asesino que Pepe El Tira busca, es otra rata.

¿Contra qué va dirigida la sátira? Al momento de involucrarse en el contrato de lectura, el lector avizora que no es contra la idea de que el hombre sea capaz de asesinar a otros hombres, esto ya se sabe y no asombra a nadie. Es más bien contra la imposibilidad del ser humano de que el mal pueda venir de personas que lo ejercen, sin estar dementes, sin haber padecido circunstancias dolorosas en su desarrollo, simplemente por hacer el mal. Por verlo, por observarlo, por estudiarlo incluso. Frente a esto, la sociedad prefiere callar, no ver, ignorar del todo.

¿Es esta una fábula? Sí, una fábula con animales que satirizan personas, donde se establece un contrato con el lector y se vuelve análoga la preocupación social con la de un enorme nido de ratas. Sin embargo, y esto es lo notable del cuento,  esta sátira se vuelve dolorosa en el momento en que pone de relieve la ceguera del hombre frente al mal que él mismo es capaz de provocar.

Con respecto a este tipo de textos y su tipificación como fábula, es necesario aclarar que, al caracteriza el cuento de Bolaño como tal, no se pretende hacerlo encajar por la fuerza en la tipología mencionada, sino que definir El Policía de las ratas como una fábula sirve para dar cuenta de la variedad de lecturas que esta narración ofrece. Definitivamente, no se pretende encasillar un texto que puede tener tantas posibilidades.

 
Referencias:



Armijo, C. E. El bestiario medieval: una clave para la interpretación del Libro de los gatos. Von Der Walde, L, Company, C, González, A. (1996). Caballeros, monjas y maestros en la Edad Media. Actas de las V Jornadas Medievales.  México: UNAM, El Colegio de México.

Arreola, J. J. (en línea). El Prodigioso Miligramo. Consultado el 15 de septiembre de 2013 en http://cuentosdetarrash.obolog.com/prodigioso-miligramo-115767

Beristáin, H. (1997). Diccionario de Retórica y poética. 8ª. Edición. México: Porrúa.

Bolaño, R. (2005). El Policía de las Ratas. El Gaucho insufrible. 3ª. Ed. Barcelona: Anagrama.

Cascajero, J. (1991).  Lucha de clases e ideología: introducción al estudio de la fábula esópica como fuente histórica. Gerión 9 11/58. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid.

Chevalier, J y Gheerbrant, A. (1995). Diccionario de Símbolos. Barcelona: Herder.

Cirlot, J. (1992). Diccionario de Símbolos. España: Labor.

Forgas Berdet, E. Un esbozo de tipologización: la fábula. Contextos X/19-20, 1992, p. 187-199.

González Marín, S. “El lobo y los siete cabritillos y Caperucita Roja. Historia de una relación”, en Revista OCNOS nº 2, 2006, p. 131-142. ISSN 1885-446X.

Monterroso, A. (2004). La Oveja Negra y demás fábulas. 5ª. Ed. España: Punto de lectura.
 




[1] Y no a la manera de Aristóteles, que, en su Poética, define fábula  como la estructura que contiene los hechos narrados y representados dentro de la obra trágica.
[2] Existe otro texto que sí fue pensado como libro de “exempla”, aunque tiene un parentesco muy cercano con el bestiario medieval. Es el Libro de los Gatos, en donde se hace mofa de la vida clerical, pero utilizando las estrategias de identificación y tipificación de los animales como la plantea el Fisiólogo, bestiario medieval muy reputado en su tiempo por su carácter cuasi cientificista (Armiho, C. E. 1996).
[3] Un ejemplo de un texto que no suele ser concebido como fábula, ni siquiera como apólogo, es el cuento de Caperucita Roja. Sin embargo, su función es transmitir valores morales, precauciones y cuidados para las chicas que dejan atrás su niñez. En Caperucita, se utiliza el simbolismo de la capa roja para disfrazar la alusión a la sangre que indica que la niña ha dejado de ser tal. Al mismo tiempo, esta capa le es obsequiada por su madre o su abuela, las mujeres encargadas de explicar a las niñas sobre esta nueva etapa de sus vidas y advertirlas sobre los peligros que pueden sobrevenirles si “abandonan el camino” y se internan en el bosque (representación arquetípica de lo que está fuera de lo civilizado, lo ajeno, lo salvaje, lo indómito). En efecto, al hacerlo, Caperucita conoce al lobo, otro símbolo, en cuya figura es evidente la representación de la sexualidad prohibida a la que se enfrenta la niña. El cuento original termina con Caperucita “devorada”, por ceder a la invitación de acercarse en demasía al lobo (González Marín, 2006). En esta historia, tenida por cuento para niños, se observa la intención de ofrecer una fábula a las niñas que crecen, que guarda dentro de sí una advertencia, una indicación de conducta moral a seguir, o de lo contrario, habrá consecuencias. Se satiriza la mala conducta de quien no sigue los consejos de las mujeres adultas y se disfraza, por medio de un contrato con el lector, la alusión a la violación, el abandono de la inocencia, la deshonra y el desprecio social que representa una inadecuada conducta sexual.

sábado, 6 de julio de 2013

El Gusano

...de Roberto Bolaño.
Como pocos autores, su narrativa es fresca y tiene muchas cosas novedosas, en la que, sin embargo, se puede rastrear claramente la influencia de otros autores que le preceden. Pero no importa, eso no le quita lo novedoso a sus textos.
En el caso del cuento, El Gusano, hay algo que resalta mucho y llama la atención de manera notable, y es el hecho de que la historia, que si bien tiene un objetivo y un núcleo central, está aderezada con otros relatos que le enriquecen y producen el efecto de "relatos enmarcados". Pero estos relatos no están diferenciados a la manera de la literatura medieval o renacentista (los casos más famosos: Las Mil y Una Noches y El Decamerón). Estos relatos forman parte del hilado y la trama, la complementan, no se separan de ella y al mismo tiempo... de cierta forma... no tienen que ver directamente con ella. Pero la historia no sería, obviamente, la misma sin ellos. Ayudan a comprender, en gran medida, al personaje principal, sus aficiones, expresiones, y configuran (esto es muy importante) el espacio y el tiempo de una manera determinada.
¿Fragmentarismo? Es posible interpretarlo de esta manera. Para empezar, en El Gusano no estamos frente a un cuento a la manera convencional, modernista, de reconocerlo. Este relato es una especie de híbrido, al momento de ser un texto de tintes autobiográficos, y al mismo tiempo, un texto muy cercano a la crónica urbana. Utiliza elementos que son muy fáciles de reconocer en el imaginario y conocimiento popular, como TKT, Coca-Cola, "Jaqueline Andere", Librería de Cristal y Librería El Sótano.
Esta forma de hacer cuento a partir de una especie de pastiche recreacional es muy posmoderna (Veres Cortés, 2010). Se podría decir que es un recurso muy utilizado por varios autores. Recuerdo, como principal antecedente, a José Emilio Pacheco, por supuesto. Sin embargo, en El Gusano se pone más patente el hecho de presentar una historia en cuyo interior hay varios núcleos, es decir, el relato está fragmentado porque hay varias historias entrelazadas entre sí: la historia de la película vista en el cine, la del mismo Gusano, la de Jaqueline Andere... Pienso también en César Aira al tener de repente, tan a la mano, relatos que parecen dispersos, pero en realidad tienen una intención determinada conforme se avanza en el relato.
¿Qué otra cosa llama la atención en el relato? Por supuesto, la relación entre el tiempo y el espacio que se establece en la historia: cronotopo. Parece de repente, que el tiempo se establecerá de manera cíclica: un personaje que todos los días, hace lo mismo, con ligeras variaciones, pero un día, su rutina cambia y se topa con el Gusano. De todas formas, este tiempo cíclico y repetitivo, que es suplantado por un rito diferente, se mantiene en expectativa, en espera, parece reanudarse de alguna manera cuando el Gusano desaparece, y entonces la historia termina, sin embargo, el tiempo trasciende, de alguna manera, de forma que los espacios se ven también alterados por este hehco. He aquí, a través del cronotopo, que la ciudad, el espacio urbano, se muestra de manera "suspendida", ente la realidad cotidiana y la imaginería popular, pero también, quizá, un tanto sacralizada por el tránsito casi inmaterial de un personaje que es su parte, pero al mismo tiempo, le es ajeno: El Gusano.
Por cierto, visto como símbolo y figura arquetípica, el gusano representa la emergencia desde la podredumbre, pero también simboliza transición... ¿Por qué se llama Gusano al personaje del cuento? Nunca se especifica...

Para ver el cuento, ir a: http://www.cuentosinfin.com/el-gusano/
Veres Cortés, L. (2010). Fragmentarismo y escritura: de la vanguardia a la metaliteratura. Sphera Pública, núm. 10, 2010, pp. 103-122, España: Universidad Católica San Antonio de Murcia. Consultado el 6 de julio de 2013 en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29719345007

lunes, 17 de junio de 2013

Carrie, de Stephen King



Un libro entretenido, muy rápido de leer y uno de los más conocidos del autor. No es el gran texto literario, ni de cerca. Pero es, insisto, entretenido.
Y la película es bastante apegada, aunque con algunos detalles que, honestamente, mejora el libro. Por ejemplo, en la película, Carrie, al recibir el baño de sangre, se queda en medio de todos y los comienza a matar, desde su sitio en el lugar de la coronación del rey la reina. En el libro, sale corriendo y luego, vuelve, los encierra todos estando ella fuera y comienza a quemar, no sólo la escuela, también a la mitad de la ciudad.
Y Sue, en la película, claro que no la encuentra y la ve morir, sino que Carrie muere en casa con su mamá, quien la apuñala, hiriéndola de muerte.
Fuera de estas diferencias, libro y película se parecen mucho. Ah, y falta decir que la Carrie del libro parece un sapo, con la espalda y el cuello llenos de granitos y la cintura gruesa, por comer desmesuradamente, presa de constantes depresiones. La Carrie de la pelicula es linda...
Una historia recomendable para un fin de semana sin mucho que hacer.

sábado, 4 de mayo de 2013

La obsolescencia en Muerte de un viajante

Death of a Salesman es la obra de Arthur Miller, una de las más famosas, donde se hace una interesante crítica al sistema capitalista que, aunque se refiere a su momento, los años cuarenta en Estados Unidos, sigue siendo vigente debido a que las condiciones a las que el autor hace referencia no han cambiado. Una de las cuestiones más notorias de la obra es la referencia a la obsolescencia programada que hace Willy cuando afirma que por una vez en la vida desearía que al terminar de pagar algo, ese objeto siguiera funcionando. Y se refiere a su automóvil y a su refrigerador, los cuales, en efecto, apenas han terminado de ser pagados y ya se han descompuesto.

Esto no es solamente una referencia a la vida miserable que Willy vive. Es una crítica al sistema capitalista donde las cosas se planean para fallar. La obsolescencia trae muchos males: el consumo ilimitado de recursos limitados, la polución derivada, los deshechos contaminantes, el gasto ilimitado, la dependencia del individuo por objetos que en realidad no necesita... En pocas palabras, se trata de la caída en desuso de las cosas para verse en la obligación de cambiarlas por algo nuevo. Pero eso no es todo, es decir, no son solamente los objetos los que suelen ser cambiados.

En una sociedad que está acostumbrada a consumir y comprar, usar y tirar, los objetos no son los únicos que se vuelven desechables. Desgraciadamente, otras cosas que debieran ser más permanentes e inmutables son también intercambiables. Las personas, por ejemplo. La sociedad de la segunda mitad del siglo XX y del XXI no espera que las personas estén permanentemente en la vida de la gente. Es normal que algunas personas vengan y otras vayan a lo largo de la vida de una persona, pero incluso la búsqueda de una pareja se ha vuelto víctima de cierta obsolescencia. Ahí está por ejemplo, un programa muy popular de televisión como Sex and The City, donde las protagonistas viven una vida libre donde cada episodio significa una pareja nueva. Algún defecto deben tener todas los que desfilan cada episodio por el programa pues nunca se quedan definitivamente. Todos y todas son, de cierta manera desechables.

Happy Loman es un ejemplo del sujeto presa de la obsolescencia. Joven, guapo, con cierta estabilidad económica (aunque no solvencia), no es capaz de encontrar una chica con la cual él se pueda quedar por más de una noche. Una sola cita es lo más que Happy es capaz de dar, y luego, sigue su camino, evidentemente vacío y cansado, pero para su desgracia, no conoce otra forma de hacer las cosas. Es inestable sentimentalmente y no sabe como salir de ese círculo. Es más, ni siquiera parece que le interesara imtentarlo. Las relaciones de Happy son totalmente obsolescentes.

Pero no es en las relaciones "amorosas" donde esta obsolescencia se vuelve peligrosa. Es más bien, en el ámbito laboral donde esta facilidad de cambio y reemplazo puede ser muy perjudicial socialmente. Willy no se da cuenta, pero como es ya un vendedor viejo, no rinde lo que antes. Apenas y puede manejar por la carretera sin la idea en la cabeza de accidentarse a propósito para cobrar dinero del seguro. Y cuando intenta conseguir un aumento, un espacio dentro de la oficina para no tener que viajar más, su jefe se lo explica: esto es un negocio. Y Willy ya no deja nada a ese negocio. Es despedido. Willy es obsolescente.

Y si las personas son desechables y renovables en un puesto de trabajo, los trabajos también se pueden renovar, es decir, una persona podría decidir ser inestable y cambiar de trabajo a cada oportunidad, que es lo que le pasa a Biff. Ha cambiado de trabajo tantas veces... pero no precisamente por su propia decisión. Esa inestabilidad suya, provocada por el crecimiento en un ambiente falto de valores, lo ha condenado al fracaso laboral. A darse cuenta de que quisiera estar trabajando en una granja, al aire libre, pero como eso no va con las expectativas de él esperadas, incluso por él mismo, renuncia y renuncia una y otra vez. Además, ha sido echado de sus trabajos, incluso ha ido a la cárcel, porque tiene tendencia a robar.

Entonces, en una sociedad tan obsolescente, donde las cosas, las personas, los sentimientos, el trabajo y los valores son desechables e intercambiables, lo único extraño es que la sociedad siga permanentemente.


miércoles, 26 de diciembre de 2012

El gran dios Pan

Entre mis fascinaciones más arraigadas está mi pasión por la literatura gótica. Así, suelo recolectar, coleccionar y disfrutar todo tipo de obras de este género. Y me he topado con una de las más interesantes manifestaciones de esta variedad. Se trata de El gran dios Pan, de Arthur Machen, que es un cuento fascinante donde el autor fantasea con la idea de la existencia del temible dios Pan. Uno de los protagonistas de la obra realiza una operación quirúrgica por medio de la cual, permitirá a las personas ve al dios. Lo logra, peo con consecuencias terribles. A lo largo del cuento, el lector obtiene datos sobe una hija de Pan, que, viviendo ente los humanos, da muestras de lascivia sin igual y finalmente, termina con su propia vida, dando así fin a su vida de disipación.
Esta historia viene acompañada de otros cuentos, como La Novela del Polvo Blanco, donde se hace referencia al filtro mágico usado en los aquelarres para inducir a los iniciados en el mismo. Este polvo blanco, diluido en agua, hace al ser humano desdoblarse en sí mismo y así, recrear el pecado original con un compañero desprendido de uno mismo. Por supuesto, este hechizo no puede quedar impune, pues conduce a la putrefacción de la persona.
Otro más, es el cuento titulado La Novela del Sello Negro. Todos los amantes de la literatura con reminiscencias celtas ha escuchado hablar de los Tuatta De Dannan, esta raza perdida de elfos y hadas que fueron desterrados por tribus bárbaras y condenados  vivir en las profundidades de la tierra, con los consecuentes cuentos y leyendas que se desprenden de esta historia. Pero Machen imagina a esta raza muy lejana de las ideas que los pintan con hermosos seres. Más bien, los piensa como aterradores, malvados, más que simplemente maliciosos, y repulsivos.Y en torno a esto, sugiere una historia tensa y con el mejor estilo que inspiró a Lovecraft.
Por último, la Luz Interior, una extraña historia sobre la posibilidad de sacar del cuerpo de una persona, el alma de la misma, y entonces, la persona dejaba de ser tal para convertirse en el receptáculo de la maldad pura.
Todas estas historias son notables por su originalidad, por la unidad de estilo, y claro por ser los claros precedentes de la narrativa genial de Lovecraft, aunque después de conocer a todos sus predecesores, el relato cósmico de este maestro se vuelve más claro y se comprenden muy bien todos los recovecos que el horror puede tomar para sorprender.

El Esclavo

... de Isaac Singer, una novela bellísima, con una prosa muy bella, narrada con suavidad y claridad. Es una bella historia de amor entre un judío y una gentil, o sea, una mujer no judía. Jacob es un judío polaco del siglo XVII, que pierde a casi toda su familia en una matanza hecha por los cosacos, un capítulo más entre la gran cantidad de persecuciones judías a lo largo de la historia. Él logra escapar, pero es atrapado, hecho preso y vendido como esclavo a una familia de campesinos que lo usan para cuidar el ganado. Durante 5 años, Jacob convive con Wanda, la hija mayor de la familia, y ambos se enamoran. Pero Jacob es preso de las leyes religiosas que le prohíben casarse con una mujer de diferente religión. Y está prohibido que una cristiana se cambie a la ley judaíca, al grado de merecer la hoguera si lo hace.
Mientras tanto, Jacob encuentra un contraste entre su vida pasada, dedicada al estudio de las leyes judías, al lado de una esposa frígida y nada amorosa, y su vida de esclavo, cuidando el ganado, trabajando físicamente, encontrando la satisfacción del cansancio después de un día de arduas labores en medio de la montaña y la naturaleza. Y con Wanda.
En algún momento, Jacob es rescatado por judíos sobrevivientes de la matanza y reintegrado a la vida común en una ciudad donde observa que, sin importar cuánto se respeten las leyes para con Dios, se ignoran las leyes con respecto a los hombres. Y las comunidades judías se comportan con impiedad, malicia y egoísmo hacia el prójimo, igual que lo hacen las personas de cualquier religión.
Jacob se siente incómodo con esto, y después de un sueño, donde ve a Wanda embarazada, decide volver por ella. Cuando la encuentra, ella tiene las huellas en la cara y en el cuerpo de haberlo extrañado hasta casi morir. Juntos, se establecen en una comunidad judía a la que ocultan el pasado gentil de Wanda, quien se hace pasar por muda y ahora se llama Sara.
Pero todo se descubre cuando ella, embarazada por fin, está a punto de dar a luz y entonces, el dolor le impide reprimir las palabras. Nace el bebé, pero ella muere. Jacob es perseguido por su crimen (el haber tomado a una gentil como esposa) y después de rescatar a su bebé de la comunidad, se lo lleva a Jerusalén, donde se establece, no sin haber pasado por grandes dificultades. Finalmente, su hijo crece, se convierte en un sabio y tiene hijos.
Jacob regresa a buscar los restos de Sara, pues desea enterrarlos en Jerusalén. Pero el destino le depara morir en el mismo poblado de sus infortunios, donde también había pasado, junto a ella, el mejor tiempo de su vida.
La historia es tiernísima, dulce y hace apología de lo que en realidad es el amor, al que no le importa arrastrar dificultades diversas con tal de realizarse. Es un libro hermoso, no sólo por la historia, sino también por la narración, una bella prosa y descripciones que hacen añorar una vida sencilla pero en la ternura de una relación más valiosa que nada.