miércoles, 12 de agosto de 2009

La Representación del Mal: del mito al arte

Para muchas personas en occidente, en especial aquellos que tengan algún referente ligado a la religión, por ejemplo, la católica, la imagen con la que se representa al demonio es sumamente conocida, pues forma parte de un imaginario que desde hace muchos siglos se ha ido conformando. En algunos casos es largo el camino que una imagen tiene que recorrer para llegar a ser tal y como la conocemos En ese camino, una de las etapas más importantes de la formación de la imagen del demonio es el periodo correspondiente a la transición entre el estilo románico medieval al gótico, donde la imagen del demonio se configura casi por completo hasta ser la que conocemos hoy en día. La configuración de esta imagen es medieval y pasó a la época colonial prácticamente intacta.

El Dragón es una de las figuras que se utiliza con más frecuencia para representar al demonio en una obra pictórica de tema religioso durante la época de la Colonia. Tomaremos como corpus obras que se encuentran dentro de templos católicos en la ciudad de Puebla en la zona centro y sus alrededores más cercanos como son los barrios más antiguos de la ciudad que datan de los siglos XVI, XVII y XVIII. Lo vemos aparecer en obras que tienen el siguiente tema:

La Virgen del Apocalipsis

La Inmaculada Concepción

San Miguel derrotando al demonio

San Ignacio de Loyola auyentando al demonio

Durante la Edad Media es común verlo a los pies de San Jorge, sin embargo, esta imagen parece ser poco recurrente durante la Colonia en México, más específicamente, en Puebla. Es más común verlo a los pies de San Miguel pues San Miguel y la Virgen son los patronos de la ciudad.

Aunque la imagen se configura prácticamente en su mayoría durante el periodo medieval, ya desde la antigüedad encontramos fuentes importantes que nos ayudarán para saber de dónde viene la imagen que ahora le pertenece al imaginario, no sólo cristiano, sino occidental.

Entre las principales fuentes están las de antiguas tradiciones que pasaron al imaginario judeocristiano, y que veremos a continuación.

La fuente babilónica

La fuente judía (Antiguo Testamento y mitos de diversas fuentes)

Influencias de extremo oriente (China)

El Apocalipsis Bíblico

La principal fuente de donde se extrae el dragón es, por supuesto, la Biblia. Le vemos aparecer por primera vez en Ap 12,3: “Apareció en el cielo otra señal y vi un gran dragón de color de fuego, que tenía siete cabezas y diez cuernos y sobre las cabezas siete coronas”.

Luego, pelea contra Miguel y sus ángeles en Ap 12, 7.8 y es arrojado del cielo en Ap 9:

“Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón, / y peleó el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. /Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás, que extravía a toda la redondez de la tierra, y sus ángeles fueron precipitados”

Más adelante, en Ap 12, 13 se dice que el diablo ha bajado a la tierra.

“Por eso, regocijaos, cielos y todos los que moráis en ellos, ¡Ay de la tierra y de la mar!, porque descendió el diablo a vosotras animado de gran furor, por cuanto sabe que le queda poco tiempo”

Según los autores que realizan la interpretación de la edición que revisamos, este capítulo nos habla del momento en que “la Iglesia da a luz al Mesías en medio de las grandes pruebas y ansias con que suspiraba tantos siglos por su venida”. Para dichos intérpretes, “el dragón es el enemigo de Dios y de su Verbo. (…), aparece en el cielo meteorológico, donde puede ser visto por todos. Su color es rojizo, de sangre, porque es homicida desde el principio (Jn 8, 44). Las siete cabezas y los diez cuernos, derivados de la bestia de Dan 7,7, indican su poder y resistencia. Con la cola arrastra en pos de sí una buena parte de los espíritus celestiales.”

Además “la región propia del diablo es el cielo atmosférico, donde, además, la batalla puede ser contemplada desde la tierra por el profeta. Miguel es en Dan 10, 13.21; 12, 1, el arcángel, el jefe de los ejércitos celestiales y el protector del pueblo de Dios; por eso figura aquí como generalísimo en esta batalla contra Satanás”.[1]

Sin embargo, no tenemos aún delineados los contornos de la figura que veremos aparecer en numerosas representaciones, pues de su aspecto físico sólo sabemos es color sangre y que es “el dragón grande, la antigua serpiente”, que tiene “siete cabezas y diez cuernos, y sobre las cabezas, siete coronas”, y una gran cola, con la que arrastra a la tercera parte de “los astros del cielo” o espíritus celestiales.

Los primeros contornos del dragón son los de la serpiente que tienta a Adán y Eva en el génesis.

Pero la serpiente, la más astuta de cuantas bestias del campo hiciera Yavé Dios, dijo a la mujer: “¿Con que os ha mandado Dios que no comáis de los árboles todos del paraíso?” (Gen 3, 1)

Más adelante, Yavhé Dios maldice a la serpiente por haber tentado a Eva:

Dijo luego Yavhe dios a la Serpiente: ‘Por haber hecho esto, Maldita serás entre todos los ganados y entre todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida. (Gen 3, 14) Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer y entre tu linaje y el suyo; Este te aplastará la cabeza, y tú le acecharás el calcañal (Gen 3,15)

La maldición expresa el horror que siente el hombre frente a la serpiente y el arrastrarse ésta sobre su pecho le es natural, sin embargo es señal de su abatimiento y humillación.

Recordemos cómo en el Apocalipsis a Satanás, el Diablo, se le conoce como “el gran dragón, la antigua serpiente”.

Pese al sentido metafórico de estas palabras, la persona que tenía el encargo de reproducir la imagen de dragón en una pintura, una escultura o un relieve debía ajustarse lo más posible a esta descripción para poder representar la imagen satisfactoriamente y de una forma que fuera accesible al espectador.

Sin embargo, sabemos ahora que la Biblia es depositaria de diversas influencias mucho más antiguas.

Durante muchos siglos los teólogos judíos y cristianos coincidieron en que los relatos sobre el origen del mundo ofrecidos en el Génesis no sólo estaban inspirados por Dios, sino que además no debían nada a otras escrituras. Esta opinión extrema ha sido actualmente abandonada por todos salvo por los fundamentalistas.[2]

Así que acudiremos a fuentes de mayor antigüedad que nos puedan proporcionar pistas

La más antigua son los textos acadios, provenientes de Babilonia y Asiria.

Desde 1876 se han desenterrado y publicado varias versiones del Poema de la Creación acadio (es decir, babilonio y asirio). La más extensa de ellas, conocida como Enuma Elish; por sus dos palabras iniciales –que significan ‘cuando en lo alto’- se supone que fue escrita en la primera parte del segundo milenio a. C.[3]

Encontramos en este poema, por primera vez, alusión a unas figuras para las cuales, la traducción que se ha hecho de los antiguos textos acadios ha encontrado el nombre dragones:

La versión más extensa del Poema de la creación comienza diciendo: “cuando en lo alto del cielo aún no había sido nombrado”, Apsu el Procreador y la Madre Tiamat se mezclaron y parieron una prole de monstruos parecidos a dragones.[4]

Aunque no se nos dice nada más de su aspecto, sabemos muy bien que los seres procreados por Tiamat son monstruosos y temibles. La tradición hebrea retoma a estos monstruos para sus propios mitos si recordamos que los hebreos vivieron en Babilonia alrededor del 597 a. C, en tiempos de Nabucodonosor.

Estos mitos babilonios sobreviven al tiempo por que sus sacerdotes se encargan de mantenerlos con vida durante cientos de años. Beroso, sacerdote de Bel en Babilonia, nacido en el siglo IV a. C., hace un resumen con los mitos de la creación, los cuales contienen mucha semejanza con la versión más larga ya citada. Se sabe que el primer relato del Génesis hebreo es compuesto en Jerusalén poco después del regreso del exilio babilónico. Así que para cuando se escribe el Apocalipsis, entre los años 96 y 98 de la Era Cristiana, las imágenes tomadas de la antigüedad babilónica ya tienen arraigo en la tradición hebrea.

La forma literaria la bebió el profeta en el Antiguo Testamento. A éste, y más aún a sus partes apocalípticas, debe acudir el estudioso lector para entender el sentido material de tantas imágenes y figuras, y penetrar luego el sentido íntimo que el profeta les atribuye. (…) Que algunas de estas imágenes puedan tener un origen más antiguo y acaso pagano es cosa que no cambia en nada su sentido.[5]

Posteriormente, durante la Edad Media, la tradición de los textos hebráicos fue creciendo gracias a los múltiples estudios cabalísticos y a la necesidad de los rabinos de explicar sus textos sagrados como una afirmación de su fe y de su raza.

Durante la Edad Media se siguieron haciendo caprichosas ampliaciones rabínicas de los relatos del Génesis; se trataba de respuestas a preguntas realizadas por estudiantes inteligentes, por ejemplo: ‘¿Cómo fue iluminada el Arca?, ¿Cómo se alimentaba a los animales?, ¿Había un fénix a bordo?’ [6]

Además, los conocimientos y tradiciones hebreas nunca se han perdido, al contrario, se fueron enriqueciendo con el tiempo.

Los documentos sagrados posteriores a la Biblia abundan. Durante los mil años transcurridos tras la primera sanción de la Biblia como obra canónica, los judíos de Europa, Asia y África escribieron de manera prolífica. Esos escritos eran ora intentos por explicar la ley mosáica, ora comentarios históricos, moralistas, anecdóticos y homiléticos sobre pasajes bíblicos. En ambos casos, los autores incluyeron abundante material mítico, pues el mito siempre ha servido para validar, de modo claro y conciso, leyes enigmáticas, ritos y costumbres sociales.[7]

Así que durante la Edad Media los mitos sobre monstruos y dragones sobrevivieron y se arraigaron en la imaginación de la gente. De hecho, muchas imágenes de bestias fantásticas pasaron a formar parte de numerosos bestiarios y más aún, del simbolismo de la alquimia.

La figura de la serpiente o dragón es el primer símbolo que encontramos, y representa la materia en su imperfecto estado, sin regenerar. [8]

El dragón representaba, para los alquimistas medievales, la naturaleza en su estado más salvaje, en bruto, sin trabajar.

Hay que matar al dragón, lo que significa que los metales que son el tema de la alquimia tienen que ser reducidos a una condición no metálica y hacerlos susceptibles de recibir un nuevo espíritu.[9]

Recordemos que la alquimia, en realidad, no se dedicaba sólo a buscar la forma de convertir plomo en oro, o a la búsqueda de la piedra filosofal. Era también, y más que nada, una búsqueda espiritual de la perfección, de controlar las fuerzas naturales e instintivas que habitan dentro del hombre, controlar su materia, con el fin de alcanzar una renovación des espíritu y la mente. El dragón no es sólo un mineral en bruto, es también el instinto, lo salvaje, lo corpóreo, lo que domina al hombre, lo que hay que domar.

Y así, llegamos al momento en el cual la imagen del dragón tal y como aparece en obras medievales y coloniales termina de ser configurada. Es el momento entre los periodos que la historia del arte conoce como románico y el gótico. Para eso, me remitiré al estudio que sobre alas de murciélago realiza Baltrusaits en su libro La Edad Media Fantástica.

Durante mucho tiempo, la imagen del diablo ha estado marcada por una contradicción: máscara de animal que ríe sarcásticamente, tronco consumido de habitante del imperio de la Muerte, patas velludas armadas de garras, pero también alas de pájaro, es decir, parecidas a las de los ángeles. El arte románico ha producido muchas veces estos demonios. […] Sólo cuando reciben alas de murciélago, su imagen se acomoda simultáneamente a las convenciones de la apariencia física y la concepción religiosa. Alas de pájaro nocturno con la membrana tensa sobre la osamenta en punta que no evocan el Paraíso, sino que desprenden la sombra de siniestras regiones.[10]

Así, tanto los demonios plasmados en escultura o pintura (relieves y miniaturas) de fin de la Edad Media como los dragones de la misma época presentan su imagen final, como será conocido durante mucho tiempo.

Podemos observar la misma evolución en el dragón, una de las encarnaciones del diablo. En el arte románico, se trata de una serpiente sin alas ni patas o de un pájaro con cola de lagarto. En el arte gótico, tiene alas membranosas. […] El dragón gótico tendrá también una creta, hecha con un tejido tendido sobre espinas que se despliega al mismo tiempo que las alas y tiene forma dentada.[11]

Pero esto no basta para saber de dónde vienen estas alas y la cresta que completan la figura del dragón-demonio. Baltrusaits nos da una pista:

El Extremo Oriente, tierra de dragones, se reconoce a sí mismo en cada uno de los repliegues de este animal. […] a partir de la época Han, (los dragones) tienen una cresta dorsal con espinas e incluso con dientes de sierra. y muchas veces son alados.[12]

A continuación, el autor cita varias fuentes e ilustraciones donde estas figuras aparecen tal y como él las describe, y nos habla de representaciones de dioses de los truenos y señores de los infiernos.

Es precisamente durante el imperio de los Han (200 a. C – 220 d. C) que la ruta de la Seda inicia su recorrido llevando con ella durante muchos siglos tradiciones de uno y otro lado del mundo.

Así, al llegar al renacimiento, esta figura del dragón-demonio occidental ya está completa. Así, al ser llevada al nuevo mundo, lo único que le faltará para ser asimilada por los naturales de la Nueva España es su identificación con la antigua serpiente mexicana: Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.



[1] Biblia, 1475

[2] Graves, Robert y Patai, Rápale; Los mitos hebreos. Alianza Editorial, 2003, p. 22

[3] Graves y Pathai; Los mitos hebreos; ibidem. p. 22

[4] Graves y Phatai; Los mitos hebreos; op. cit. p. 24

[5] Sagrada Biblia; Biblioteca de Autores Cristianos. p. 1461

[6] Graves y Pathai; Los mitos hebreos; op. cit. p. 18

[7] ibidem. p. 8

[8] Sherwood Taylor; Los alquimistas. Fundadores de la Química Moderna. FCE. México, 1957. p. 144

[9]

[10] Baltrusaits. P. 153

[11] op. cit. p. 156

[12] ibidem. p. 161

1 comentario:

  1. este post y el de la valoración del diablo a partir de lo estético, son parte de un mismo trabajo mayor?
    no entendí muy bien lo de la relación con quetzalcoatl, se refiere a que la conquista espiritual utílizó el símbolo de la serpiente en quetzalcoatl para presentarlo como "incorrecto", imponiendo asi su religión sobre la nuestra?

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