jueves, 11 de octubre de 2012

Diario de Adán y Eva

Como todos los texos de Mark Twain, este pequeño libro es un cuestionamiento más a la fantasía mitológica de referente bíblico. Pero, a diferencia de otros libros como Cartas desde la Tierra, aquí se hace, más bien, una relación de la ingenuidad primordial del ser humano.
Más ingenuos que niños, pero en plenitud sexual, Adán y Eva cuentan sus propias experiencias sobre el mundo en el que recién han sido puestos y del que fueron echados sin más, y sólo por haber puesto en marcha su inteligencia.
Pero no importa. Frente a tantas penurias como se ven obligados a enfrentar, Adán y Eva no están solos. Se tienen uno al otro y eso les es suficiente, y mejora por mucho la perspectiva de haber sido expulsados. Tienen dos hijos, que Adán no se explica de dónde han salido, y en cambio, Eva guarda cuidadosa y discretamente el secreto del origen de estos nuevos humanos.
Pero lo mejor del libro es por supuesto, el final. Frente a la tumba de Eva, muchos años después de haber sido echados del paraíso, Adán sabe que en realidad, el Paraíso está donde Eva. Esa es la verdad.

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