La novela
Indiscreciones de un perro gringo es una sátira donde la voz principal la lleva
Buddy Clinton, que no es sino la referencia directa al que fue el perro de la
familia Clinton, un labrador retriever de color chocolate. En este trabajo se hará referencia a la
importancia que tiene la voz animal de Buddy en relación con la voz satírica
que caracteriza a la obra del autor, en cuyos trabajos resalta lo que él da en
llamar la Poética de lo Soez.
Sobre el autor y su contexto
Luis Rafael Sánchez es
un puertoriqueño nacido en Humacao, 17 de noviembre de 1936. Es narrador,
dramaturgo y ensayista. Su ideología política se centra en el afán
independentistas de Puerco Rico, y así, en sus obras critica la decadencia
gubernamental de su país, obsesionada por los productos norteamericanos, tal es
en su novela La guaracha del Macho
Camacho, publicada en el 76. Una de
las principales características de su obra literaria es que suele recurrir con
frecuencia al sarcasmo y la sátira, asegura él, para salir de la realidad
cotidiana (Fernández de Cano, en línea).
De esta forma, la línea estilística de Rafael Sánchez
está centrada, precisamente, en su preocupación acerca de los problemas de
identidad que arrastra su país, debido a la presencia estadounidense en el
país. En su ensayo, Hacia una poética de lo soez, Sánchez alude a lo que ha sido la línea directriz
de su narrativa: “La búsqueda de asuntos y temas para su escritura
estará dirigida no sólo hacia las zonas periféricas y marginales, y hacia los
personajes menos favorecidos socialmente, sino que también estará dirigida
hacia aquella parte de la sociedad de mejores recursos económicos, pero cuya
ética y moralidad los convierte en seres procaces (Sánchez Rondón, 2006, p.
2)”.
Así, para el autor, la importancia de la lengua es fundamental. Él
propone que, para una mejor cohesión de la identidad nacional, es necesario que
en su literatura se incorpore lo soez, pero no solamente como estrategia
narrativa, sino en el lenguaje mismo, al utilizar las palabras que suenan en
las calles, que componen la jerga popular y que son, netamente, la concreción
del sentir y la espiritualidad boricua.
Al respecto de la situación política en Puerto Rico, se trata
de un país que ha pasado por 400 años de colonialismo español (Torres Degró,
2004), y que desde 1898, con la presencia norteamericana en la isla, se ha
visto forzada a asumir patrones de conducta y formas de vida que muy poco benefician
el desarrollo de una auténtica nacionalidad; creando en los hombres y mujeres
del país conflictos de identidad que no tienen parangón en el resto del Caribe,
ni en Latinoamérica. A raíz de esto es que Rafael Sánchez ha organizado su
narrativa alrededor de lo que él llama lo soez: una poética de lo soez, como
estrategia de rebelión contra la imposición de una cultural vacua que se come a
otra, que era vibrante y plena. Así, y bajo la voz de un perro, Sánchez lanza
una y otra vez indirectas y reclamos breves hacia una cultura impositiva de lo
mercadológico y comercial.
El papel de la voz animal en la novela
A diferencia de otros
textos, donde la voz animal sirve únicamente como receptáculo de las
inquietudes humanas, o simplemente como vía moralizante, o de la evidente sátira
del humano contra el humano (tal y como se hace en la Fábula tradicional), en
este libro se ha intentado dar relevancia a la visión y postura que un perro
pudiera tener de lo que le rodea. Es decir, es claro que la voz de Buddy da
cauce a la inquietud del autor con respecto a su entorno, sin embargo, la voz
animal no se limita aquí a ser un mero disfraz de la crítica. Mediante
diferentes divergencias, comentario, desvíos y opiniones, Buddy va dando, a lo
largo de su relato, su perspectiva acerca de lo ocurrido con el presidente y
Mónica, pero además, se esfuerza en mostrar su antiguo abolengo perruno, al par
que describe la experiencia de ser un perro, donde el mundo de los olores y
sonidos se impone, como es sabido, al de la visión.
En este libro, como en
gran parte de la narrativa del autor, la sátira se dirige contra aquellos que
han provocado insatisfacción social: aquellos que, como diría el autor, son los
amos del poder y abusan de él y de los bienes del estado, poniéndose en una
situación de corrupción y procacidad que irritan a quienes observan.
A través de la parodia
que Buddy hace de la historia de Noé y el Arca, se denuncia la banalidad de los
productos culturales del pop y en especial, de lo proveniente de la cultura
sajona ¿norteamericana? (El grupo That Fucking Noise Factory, la disco While Visiting
Sodoma Try The Sodoma Way), al mejor estilo la perversión sodomita (“billete
sobre billete, no hay falo que se sujete” Sánchez, p. 14). Más adelante, Buddy
continua con el sarcasmo, aunque no es su intención, del cine norteamericano y
su banalidad extrema, con títulos de películas como Buddy Clinton en El perro araña, Buddy Clinton desafía a King
Kong, El perro Invisible, El Perro más sexy del mundo y El
perro de Troya, entre otras (Sánchez,
p. 79-80).
Otro elemento de
crítica al racismo y jerga ofensiva que el estereotipo norteamericano suele
usar se refiere a los insultos que Buddy padece de los agentes infiltrados que
lo molestan: Perro afroamericano, Perro hispano de basura, Perro mexicano
ilegal, Narcoperro colombiano, Avaro perro judío, Perro árabe terrorista,
Jodido perro pacifista, Perro maricón. No hace falta decir que estos insultos
no le fueron dirigidos a Buddy por ser, en verdad, un perro, sino que el
término es frecuente como tal al dirigirlo en verdad a las personas a quienes
se ofende de estas maneras.
Este recurso
metaliterario, es decir, la utilización de un narrador canino a lo largo de la
novela, cumple una función importante. Frente a la indignación que produce la
conducta libidinosa de quienes poseen el poder, la voz de Buddy Clinton da la
vuelta, roza la indignación de quienes observaron, sin embargo, nunca abunda,
de hecho, ni siquiera se acerca directamente al hecho de manera directa, de
forma que pudiera decirse que la voz de Buddy es la voz de la molestia pública.
Al mismo tiempo que
Buddy da cuenta de su perrunidad, no teme en utilizar, precisamente, lo que el
autor llama un lenguaje soez para describir lo concerniente al sexo, en la idea
de que a los perros no los abochorna como a los humanos las referencias al acto
sexual o los genitales. Para el perro, no hay empacho en describir la
naturaleza del sexo perruno, y sin ambages, describe sus encuentros con
hembras, usando, para esto, precisamente, lo que Rafael Sánchez describe como lo soez. A decir verdad, si fuera un
protagonista humano el que utilizara estas descripciones, se le acusaría de
vulgar y estos elementos descriptivos serían tachados de innecesarios. Pero
tratándose de un perro, la voz animal compensa con la ingenuidad atribuida a la
especie, su tratamiento del tema sexual. Incluso Buddy hace hincapié en que,
mientras los perros disfrutan del sexo a granel, los humanos tienen muy poco
que celebrar de él, cuando hay tantos tabúes impuestos a su alrededor. Es
curioso que, además, el libro sea guardado, al final, en el mismo lugar que las
confesiones de Paulina Bonaparte, acerca de sus aventuras sexuales durante su
paso por el continente americano.
Más aún. Desde su
perspectiva perruna, Buddy condena la retorcida mente de los humanos que los
lleva, dice él, a criticar al presidente Clinton por su encuentro con Lewinsky,
mientras que a nadie parece importarle sus encuentros sexuales con otros perros.
Critica esto como hipocresía y se lamenta de que no haya mujeres durante su
testificación porque se temió que el lenguaje soez las ofendiera, cuando la
presa mundial habló en exceso de cómo la emisión espermática de Clinton manchó
la ropa de Mónica.
Sin embargo, pese a
tratarse de una voz perruna que trata de emular en lo posible la perspectiva
del perro, el Buddy recién humanizado mediante la cibernética, no deja de tener
rasgos estereotipados Para reforzar su perspectiva, al modo en que se supone
que un perro debe ser, Buddy condena a la raza gatuna (gatuperios, por
improperios) y sus costumbres en todo opuestas a las de los perros. Comenta también que los perros ven en blanco y
negro, cuando es sabido que no es así, los perros ven colores en una gama un
poco distinta a la de los humanos y comenta esto al hacer mención de un sueño
que tuvo.
La voz canina de Buddy
contrasta con la voz humana de quien relata la historia, a la manera de quien
se encuentra con ella por casualidad. Es una voz que intenta ser correcta,
mesurada, comedida en sus descripciones. Pero además, la misma voz de Buddy,
pese a señalar lo que es propio de los perros, padece de los síntomas de la
humanización, como da cuenta la voz del humano que narra al inicio y al final.
Su ingenuidad canina natural se ve empañada por su megalomanía, su racismo
(especismo contra los gatos), su intolerancia y su certeza de ser superior. El
narrador da, al final, cuenta de esto con lástima.
Por último, la estrategia
que el autor usa para curar su voz de lo dicho por Buddy, es la que han usado
muchos otros escritores de sátira a lo largo de los siglos, sobre todo en
tiempos de la picaresca, igual que Francisco de Rojas con La Celestina, por
ejemplo. Alude a haber encontrado el manuscrito y no ser de su propiedad. Se
excusa largamente de la fortuna de haberlo hallado, para no ser acusado de ser
un demente, y sí un autor original, al exponer el manuscrito como obra
literaria.
En conclusión, la
estrategia que el autor utiliza, de dotar a un perro de palabra, aunque no es
del todo original, por tener antecedentes en otras obra, sí se destaca por la
insistencia en articular una voz perruna lo más caracterizada posible. Es
decir, la voz de Buddy no se relata solamente como la voz de un perro, sino que
se va caracterizando, a través de sus digresiones, como la voz de un ser que
percibe el mundo de manera distinta a la de los humanos, pero que ha sido
irremediablemente contagiado por diversos vicios de los hombres. Esta
estrategia permite al autor lanzar diversas críticas a las manifestaciones
culturales estadounidenses, características en este caso por ser ridículas y en
exceso comercializadas. Así, la poética de lo soez de Luis Rafael Sánchez se
manifiesta a partir de la voz animal, para enunciar la transgresión desde la
literatura.
Referencias
Fernández de Cano, J.
R. (s/f). Luis Rafael Sánchez. Consultado el 22 de septiembre de 2013, en http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=sanchez-luis-rafael
Torres Degró, A.
(2004). Las políticas poblacionales en Puerto Rico: cinco siglos de dominación
colonial. Memoria presentada para optar
al grado de Doctor. Facultad de Filosofía. Universidad Complutense de Madrid. Consultado
el 24 de septiembre de 2013 en http://biblioteca.ucm.es/tesis/fsl/ucm-t27463.pdf
Sánchez Rondón, Julio
César, "POÉTICA DE LO SOEZ: Luis Rafael Sánchez: IDENTIDAD Y CULTURA EN
AMÉRICA LATINA Y EN EL CARIBE" (2006). Theses, Dissertations, Student
Research: Modern Languages and Literatures. Paper 1. Consultado el 22 de
septiembre de 2013 en
http://digitalcommons.unl.edu/modlangdiss/1
Sánchez, L. R. (2007). Indiscreciones de un perro gringo. México: Alfaguara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario