En el
siguiente texto, se discutirá alrededor de cómo es que un texto que no ha sido
concebido tácitamente como fábula, puede funcionar como tal, en la medida en
que cumple con las características del género. Se analizará esto en función de
un texto de Monterroso, La Oveja negra; de Arreola, El Prodigioso Miligramo y
en especial, se hará énfasis en un cuento de Bolaño, El policía de las ratas
La
fábula, entendida como un subgénero literario[1],
es un texto pensado con finalidad didáctica que, como el apológo y la parábola,
se inscribe dentro de los textos también llamados como parenéticos (relativos a
la exhortación). A diferencia de los dos anteriores, la fábula se caracteriza porque
recurre a la antromorfización de animales o cosas para representar, a través de
la estereotipación de los personajes, valores alusivos a alguna característica
notable de los mismos, por ejemplo, la maldad como distintivo del lobo, la
astucia del zorro, la ingenuidad de la oveja, la mezquindad del cuervo,
etcétera.
Para
Helena Beristáin (1997, 2007), fábula se define como:
Apólogo, es decir, breve narración en prosa o en verso de un suceso de
cuya ocurrencia se desprende una enseñanza para el lector, llamada
moraleja. Se trata pues de un género didáctico mediante el cual suele hacerse
crítica de las costumbres y de los vicios locales o nacionales, pero también de
las características universales de la naturaleza humana en general.
Como se
puede ver, el carácter didáctico de la fábula se enfoca a la promoción de
valores, lecciones de vida, gestos de actuación que el ser humano debe atender
y al que debe cuidar. Trabaja mucho sobre la base del "sentido
común", pero también sobre valores preestablecidos para una sociedad
determinada, que tienen validez a partir de la visión de un mundo estructurado
bajo normas de orden binario: bueno-malo, honrado-ladrón, ingenuo-astuto. Es
decir, la fábula y el apólogo advierten, por ejemplo, sobre la importancia de
mantener la cordura frente a la opacidad del conocimiento (Los brahmanes y el
león, en Borges), pero también hablan de sostener ciertos valores morales,
importantes para el adecuado funcionamiento de la sociedad que promulga dichos
valores (la cigarra y la hormiga, el pastor y el lobo).
Desde una
vista convencional, la fábula se distingue por sus partes, tales como: exordium
(donde se invita al lector a participar de lo que se narrará en seguida),
narratio (la acción dada a través de la actuación animal) y argumentatio (la
moraleja como tal). Sin embargo, esta tipificación es demasiado corta para
poder incluir en ella a la gran cantidad y variedad de fábulas que puede haber
y por eso no es una tipologización suficiente para este trabajo (Forgas Berdet,
1992, p. 194)
Sin
embargo, la fábula a través del tiempo contiene también un elemento satírico
importante. La fábula en sí es la burla contra los ingenuos, los tontos, los
pretendidos sabios que no tienen sentido común, los vanidosos, pero también
contra los poderosos, los ricos, los propietarios, los amos, los clérigos. En
este sentido, la fábula guarda una esencia trascendental como relato
entramado y que supera las convenciones didácticas establecidas en torno a ella
(Cascajero, J. 1991).
Hay
muchos ejemplos de fábulas donde el elemento satírico está presente. El Román
de Renart es uno de los mejores ejemplos. En este texto, Renart, el zorro,
es perseguido incansablemente por Isengrin, el lobo. Renart es un personaje que
vive en el pueblo, no posee más que su inteligencia para escapar de la
persecución del lobo, quien no descansa en buscar la manera de atrapar y matar
a Renart, pero éste, más astuto, logra evadir exitosamente todas las trampas. Es
evidente, en este texto medieval, que la sátira contra las diferencias sociales
en la Edad Media se pone de manifiesto. [2]
Si bien las
aventuras de Renart no fueron concebidos originalmente con la intención de
crear una fábula, sin embargo, es evidente que se consideran tal debido a sus
características. ¿Cuáles son dichos elementos que pueden hacer que una fábula
sea considerada tal, o que lo sea un texto que no ha sido considerado como tal
desde su formulación? A saber:
ü Prosopopeya y animalidad de
los personajes. No se trata de la antropomorfización del animal, sino que, a
través de los animales y el estereotipo que se les da a representar, se
muestran cualidades y defectos humanos.
ü La puesta en escena de una
enseñanza moral, pública, social o cultural que la gente de una comunidad debe
tener presente para evitar daños que pudieran afectar tanto al individuo como a
la sociedad.
ü Analogía de la vida humana
con la vida animal, en el sentido que empatar las preocupaciones sociales de
supervivencia, cohesión y armonía con las de la manada (comparatio).
ü Contrato de lectura entre
escritor y lector, donde éste último acepta que a través del animal, se da en
disfrazar algo concerniente a los seres humanos, y toca al lector rescatar este
significado que se ha disfrazado para ser descubierto por todo aquel con el
sentido común suficiente para lograrlo.
ü Sátira de una situación
particular: de la sabiduría contra la sensatez, de la vida conyugal, de la
convivencia social, de la tiranía, de la trama policial, de la vida clerical
incorrecta, de la soberbia contra la humildad, etc. Es decir, en el fondo, la
enseñanza queda relegada a un segundo plano frente a la burla que implica que
uno de los personajes quede en desprecio o burla frente a otro por no haber
sabido elegir el camino o la decisión correcta.
Entonces,
¿es viable considerar como fábula a un cuento que no ha sido pensado como tal
desde sus inicios? Por supuesto que sí, pues, como se decía, hace falta aludir
a las características del texto para apreciar en qué medida es posible mantener
esta aseveración[3]. A pesar
de que pudiera criticarse la perspectiva estructural desde la que se plantea
esto, es necesaria, dadas las características tácitas del tipo de texto que se
analiza. La tipologización de textos se vuelve fundamental desde el argumento
de que es necesario definir un marco teórico que:
…los defina y delimite por encima de los conceptos meramente intuitivos
que conciernen a la competencia pragmático-textual del receptor, y que todos
poseemos en mayor o menor grado. Dicha competencia nos permite discernir, sin
aparente dificultad, pero también sin garantía científica, entre una y otra
clase de textos (Forgas, 1992, p. 187, 188).
Cabe
mencionar que, aunque se lleve a cabo una tipologización por fines de estudio,
de ninguna manera se pretende encajar por la fuerza un texto determinado dentro
de un esquema.
En
el caso de Monterroso, es claro que sus conocidas antifábulas han sido ya
catalogas como tales por la crítica en general. Y como se podrá observar, el
cuento de Arreola trae consigo una crítica y una enseñanza. Al revisar sus
características, en función de las descritas anteriormente, es posible
validarlos como fábulas. En los tres textos, la sátira y crítica va contra la
sociedad humana, en tres aspectos de su naturaleza: En La Oveja Negra, la
sátira es acerca de cómo la sociedad enjuicia a los personajes que en algún
momento representan contracultura. Años después, se les reconoce, al parecer,
su talento, su actuación heroica o su rebelión frente a las arbitrariedades del
momento. Pero en realidad, este reconocimiento viene únicamente a la manera de
un fetiche cultural. En el cuento de Bolaño, se trata de la negativa social a
aceptar la maldad en estado puro y el impedimento de verla surgir en medio de
una sociedad que avanza dificultosamente, pese a tener tantas cosas en contra.
Y en el de Arreola, El Prodigioso Miligramo, la excentricidad del
pueblo/hormiguero que decide poner su fe en variedad de objetos y fetiches, en
lugar de ponerlo en su trabajo, con la esperanza individual de granjearse
beneficios con ellos, llevando, con esto, su sociedad a la crisis y el límite
de la extinción.
En
las tres historias se remite al lector a una cuestión social en donde se
critica las maneras en las que esta funciona, siempre al límite de la
descomposición y el caos. La moraleja estaría implícita en el destino funesto
de algunos actores sociales y se utilizan diversos choques sociales para
ilustrar el continuo avance de la comunidad entre el equilibrio y la
dispersión.
En
cuanto a la función de la voz animal en cada uno de los textos, es notable la
intervención en primera persona de Pepe el Tira, quien narra de su propia voz
lo sucedido en las cloacas donde hace su investigación, recuperando así una de
las características del género policiaco, donde es el detective el que narra. En
los textos de Arreola y Monterroso, no es la voz animal quien narra, sino que
un narrador heterodiegético se encarga de describir las acciones que van
ocurriendo. Sin embargo, el hecho de utilizar animales para ilustrar vicios y
problemas sociales, permite al autor evitar la descripción de una comunidad que
pudiera ser entendida como una determinada y llevar con esto al lector a creer
que se critica a una en particular, y no a la generalidad de los seres humanos
y sus sociedades.
Específicamente,
en el caso del cuento de Bolaño, El policía de las ratas, el texto comienza de
una forma que espera engañar al lector al hablarle, en principio de un policía
que bien pudiera ser humano. A medida que el lector se introduce en la
historia, se observa que este policía deambula por cañerías (que podrían ser
metáfora, y de hecho lo son, de las calles de una ciudad) y se va topando con
otros individuos que viven y mueren acosados por diferentes depredadores. Así es como el lector se da cuenta de que
Pepe El Tira, el policía que narra la historia, es una rata, y también lo es el
pueblo del que habla. El trabajo de este policía es encontrar cadáveres y
ayudar a determinar, junto con el forense, qué los mató. Así es hasta que un
día, encuentra un cadáver bajo circunstancias extrañas. Aquí es donde la sátira
se acidifica, pues, ya no se habla de solamente depredadores que parecieran
ajenos a la especie que asesinan, lo que los hace comprensibles. Sino que el
asesino que Pepe El Tira busca, es otra rata.
¿Contra
qué va dirigida la sátira? Al momento de involucrarse en el contrato de
lectura, el lector avizora que no es contra la idea de que el hombre sea capaz
de asesinar a otros hombres, esto ya se sabe y no asombra a nadie. Es más bien
contra la imposibilidad del ser humano de que el mal pueda venir de personas
que lo ejercen, sin estar dementes, sin haber padecido circunstancias dolorosas
en su desarrollo, simplemente por hacer el mal. Por verlo, por observarlo, por
estudiarlo incluso. Frente a esto, la sociedad prefiere callar, no ver, ignorar
del todo.
¿Es
esta una fábula? Sí, una fábula con animales que satirizan personas, donde se
establece un contrato con el lector y se vuelve análoga la preocupación social
con la de un enorme nido de ratas. Sin embargo, y esto es lo notable del
cuento, esta sátira se vuelve dolorosa
en el momento en que pone de relieve la ceguera del hombre frente al mal que él
mismo es capaz de provocar.
Con
respecto a este tipo de textos y su tipificación como fábula, es necesario
aclarar que, al caracteriza el cuento de Bolaño como tal, no se pretende
hacerlo encajar por la fuerza en la tipología mencionada, sino que definir El
Policía de las ratas como una fábula sirve para dar cuenta de la variedad de
lecturas que esta narración ofrece. Definitivamente, no se pretende encasillar
un texto que puede tener tantas posibilidades.
Armijo, C. E. El bestiario medieval: una clave para la
interpretación del Libro de los gatos. Von Der Walde, L, Company, C, González,
A. (1996). Caballeros, monjas y maestros
en la Edad Media. Actas de las V Jornadas Medievales. México: UNAM, El Colegio de México.
Arreola, J. J. (en línea). El Prodigioso Miligramo.
Consultado el 15 de septiembre de 2013 en http://cuentosdetarrash.obolog.com/prodigioso-miligramo-115767
Beristáin, H. (1997). Diccionario
de Retórica y poética. 8ª. Edición. México: Porrúa.
Bolaño, R. (2005). El Policía de las
Ratas. El Gaucho insufrible. 3ª. Ed. Barcelona: Anagrama.
Cascajero, J. (1991).
Lucha de clases e ideología: introducción al estudio de la fábula
esópica como fuente histórica. Gerión 9
11/58. Editorial de la Universidad Complutense de Madrid.
Chevalier, J y Gheerbrant, A. (1995). Diccionario de Símbolos. Barcelona:
Herder.
Cirlot, J. (1992). Diccionario
de Símbolos. España: Labor.
Forgas Berdet, E. Un esbozo de tipologización: la fábula.
Contextos X/19-20, 1992, p. 187-199.
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OCNOS nº 2, 2006, p. 131-142. ISSN 1885-446X.
Monterroso, A. (2004). La Oveja Negra y demás fábulas. 5ª.
Ed. España: Punto de lectura.
[1] Y no a la manera de Aristóteles, que, en su Poética, define
fábula como la estructura que contiene
los hechos narrados y representados dentro de la obra trágica.
[2] Existe otro texto que sí fue pensado como libro de “exempla”,
aunque tiene un parentesco muy cercano con el bestiario medieval. Es el Libro
de los Gatos, en donde se hace mofa de la vida clerical, pero utilizando las
estrategias de identificación y tipificación de los animales como la plantea el
Fisiólogo, bestiario medieval muy reputado en su tiempo por su carácter cuasi
cientificista (Armiho, C. E. 1996).
[3] Un ejemplo de un texto que no suele ser concebido como fábula, ni
siquiera como apólogo, es el cuento de Caperucita Roja. Sin embargo, su función
es transmitir valores morales, precauciones y cuidados para las chicas que
dejan atrás su niñez. En Caperucita, se utiliza el simbolismo de la capa roja
para disfrazar la alusión a la sangre que indica que la niña ha dejado de ser
tal. Al mismo tiempo, esta capa le es obsequiada por su madre o su abuela, las
mujeres encargadas de explicar a las niñas sobre esta nueva etapa de sus vidas
y advertirlas sobre los peligros que pueden sobrevenirles si “abandonan el
camino” y se internan en el bosque (representación arquetípica de lo que está
fuera de lo civilizado, lo ajeno, lo salvaje, lo indómito). En efecto, al hacerlo,
Caperucita conoce al lobo, otro símbolo, en cuya figura es evidente la
representación de la sexualidad prohibida a la que se enfrenta la niña. El
cuento original termina con Caperucita “devorada”, por ceder a la invitación de
acercarse en demasía al lobo (González Marín, 2006). En esta historia, tenida
por cuento para niños, se observa la intención de ofrecer una fábula a las
niñas que crecen, que guarda dentro de sí una advertencia, una indicación de
conducta moral a seguir, o de lo contrario, habrá consecuencias. Se satiriza la
mala conducta de quien no sigue los consejos de las mujeres adultas y se
disfraza, por medio de un contrato con el lector, la alusión a la violación, el
abandono de la inocencia, la deshonra y el desprecio social que representa una
inadecuada conducta sexual.
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