sábado, 16 de enero de 2010

Deshonestidad Académica


Hace unos días, me enteré de que siete alumnos habían sido expulsados por cometer deshonestidad académica cuando falsificaron las firmas de varios maestros, esto, al momento de presentar los oficios de los asesores que validan la liberación de sus trabajos de tesis. De hecho, tuve oportunidad de presenciar uno de estos casos cuando fui revisora de una de las tesis cuyos oficios tenían firmas falsificadas.
Esto me puso a reflexionar sobre el tema de la ética y la honestidad en las escuelas. Pese a que muchos programas escolares aún consideran, afortunadamente, este tema dentro de la currícula, no parece que esté sirviendo a los estudiantes para formarse como profesionistas integrales, atendiendo a los conceptos, conocimientos, habilidades y destrezas que la formación en competencias busca desarrollar.
De acuerdo con el modelo de formación por competencias, la formación del individuo no debe olvidar la parte humanística la cual, entre otras cosas, busca que la persona sea consciente de la responsabilidad que implica cualquier actividad académica y laboral, lo cual a la vez significa no olvidar el compromiso ético con uno mismo al decidir integrarse a dichas actividades.
Y esto me lleva a recordar que, en mi época de estudiante, y aún ahora que he terminado una maestría más, este tipo de hechos, donde un alumno falsifica un documento oficial, no sucedían. Quizá era otra época. Quizá fue que, aunque estos hechos sí ocurrían, yo estaba muy al margen de ellos. Quizá fue, entonces, la educación que me dio en casa mi mamá. Sea como sea, la deshonestidad académica me sigue pareciendo casi inverosímil, pues en mi entorno no solía ocurrir.
Pero más allá de esto, está el problema de qué es entonces lo que se debe hace para evitar este comportamiento. ¿Más clases de ética? ¿Más rigidez en los reglamentos? ¿Sanciones más estrictas? O, como muchos otros problemas, tiene una raíz tan profunda en la sociedad que es difícil de erradicar. Los primeros culpables entonces, ¿serían los padres de estos alumnos? Posiblemente, pues no supieron inculcar en sus hijos el sentido de deber, ni de responsabilidad. Además, no supieron tampoco mostrarles que la mejor solución no está en el fraude.
Pero por sí sólo el sistema ya es un semillero de malas conductas, pues pareciera que se premia al que más astuto resulte ser, aunque su ética sea reprobable. No obstante, recobrar la ética perdida parece ser labor, entonces, del ambiente escolar, en el cual no puede ni debe haber cabida a este tipo de conductas. Comenzando, muchas veces, por los maestros, lo cual es muy lamentable. Pero ese es otro asunto.

jueves, 14 de enero de 2010

¡Nicté! ¿Y la paciencia del público?

Acabo de ver Nicté, el filme producido en la ciudad de Puebla, México, hecha con tecnología local, con el doblaje de actores muy reconocidos y producción en la que están involucrados el Gobierno del Estado, Secretaría de Cultura y otros, incluso particulares.
Para empezar, esta película trata acerca de las aventuras de una niña que sueña con ser princesa, pero en realidad, es hija adoptiva de unos humildes habitantes de una población, al parecer, olmeca. Según le narran los mismos padres de Nicté, ella fue encontrada, junto con otros niños, sola y desamparada después de un desastre naturall y no tuvieron corazón para dejarla sola ni a ella ni a los demás pequeños. Inmediatamente desspués de que los padres adoptivos de Nicté le dicen esto, ella les recrimina que tengan tantos hijos, se niega a ayudarlos con las tareas del hogar y con el cuidado de sus hermanitos, y se interna en la selva para estar sola.
Entonces, al llegar a la selva, cae por accidente en un hoyo, en el cual, puede ver, tallada en las paredes, una profecía acerca de una princesa que caerá del cielo, cuando un cometa pase por la tierra. Casualmente, un cometa pasará sobre la aldea de Nicté esa misma tarde, así que ella decide hacerse pasar por esa princesa, haciendo que un amiguito suyo le dibuje en la frente las marcas del jaguar que, según la profecía, la harán reconocible como la esperada princesa celestial.
Y en efecto, Nicté se lanza desde una catapulta improvisada y cae a mitad de la ceremonia que estaba recibiendo el paso del cometa. Con recelos, los sacerdotes Can y Cun, la instalan en el templo. Su padre la va a buscar, pero ella niega conocerlo.
Al otro día se haber iniciado su nueva vida como princesa, los sacerdotes le revelan a Nicté que, como elegida, tiene que cumplir una importantes misión: salvar a su pueblo de una invasión de langostas que asolan todo a su paso. Para esto, tiene que encontrar una flor sagrada, con la cual derrotará al pe3ligro que acecha a la población.
En su camino, Nicté se encuentra con un chaneque que se ha autoimpuesto una misión similar a la de Nicté: encontrar una ramita de "tenmeacá". El pequeño duende no entiende que este sólo es un coloquialismo que le indica que debe mantenerse lejos y ocupado de quien lo enviado a la búsqueda. Nicté intenta explicarle, pero no con mucho interés, así que el chaneque queda ignorante de esta cuestión.
Tras varias dificultades, incluidas una serie de traiciones y pactos malévolos entre hombres y dioses, Nicté por fín consigue la flor sagrada, pero descubre, al volver a su pueblo, que la flor en realidad es ela misma, que el largo viaje le ha servido para madurar y volverse humilde y sabia, y por lo tanto, se confirma como la digna fundadora y dirigente de cinco naciones que nacerán a partir de su pueblo y su familia. Esto se le revela a ella y a los que le rodean cuando los verdaderos padres de Nicté, los dioses del sol y de la luna, aparecen para terminar con la tragedia y premiar a todos los implicados en la travesía de la niña.
Esta bella historia, producida y elaborada por mexicanos, no ha tenido, al parecer, la aclamación y el seguimiento que merece, no solamente por ser una producción nacional, sino por que sí tiene buena calidad, el trabajo de doblaje es esmerado, la trama y el mensaje arrojados por la cinta son apropiados para toda la población y todas las edades y, pese a no tener la calidad de producción de los filmes producidos en Hollywood, por ejemplo, por Pixar, el esfuerzo de edición y el trabajo de realización son buenos.
Pero al parecer, las personas no le tienen suficiente paciencia al cine mexicano, el cual, por carecer de los exagerados presupuestos de la industria fílmica hollywoodense, debe optar más por usar buenos guiones y no buenos efectos. Esto ocasiona que la velocidad de las acciones en las películas mexicanas no transcurra tan rápidamente como en las norteamericanas. Los efectos y la edición no son tan atractivos, pero los mensajes y la historia suplen esta deficiencia, que en realidad, no debía ser precisamente tal. Más bien, habría que verlos como una cuestión de estilo cinematográfico.
Y por más que se ha pedido a la gente que apoye al cine mexicano yendo al cine a ver Nicté, las personas se han volcado a ver Avatar, que con la simple mención de su presupuesto elevadísimo, ha logrado captar la atención del público.
Esta situación puede reflejar, por sí misma, una situación que dentro de las aulas de clase se puede observar con más detenimiento: la atención de las personas cada vez puede fijarse menos y con menor calidad. Es decir, las personas son incapaces de poner atención durante un tiempo relativamente largo o la atención que ponen es deficiente. Necesitan constantes estímulos de su entorno para poder seguir atentos a algo, y en realidad, ese algo no es ya el mismo.
Por ejemplo, una película. Las películas hollywoodenses se caracterizan por presentar generalmente, a cada momento, colores impactantes, movimientos veloces, cambios de acción dramáticos, poco diálogo y no profundo, más bien, un tanto superficial, es decir, mientras el diálogo sirva a los fines de dar cierto seguimiento y cohesión a las acciones, es suficiente. Así, ver la misma película durante dos o tres horas, no es ver ls mismas acciones, dramas, colores, efectos y actuaciones durante este tiempo.
Cuando hablo de velocidad en la trama, en las acciones y los efectos de las películas, pienso en filmes exitosos como la saga de Harry Potter, Los Transformers, El Señor de los Anillos, que, pese a ser a veces muy largas, no transcurren en linealidad. Nicté tampoco,pero en esta hace falta que el público haga inferencias, que recuerde detalles, que utilice información almacenada (o que se espera, esté almacenada en la memoria del espectador), que siga una trama detallada sin la cual, la película no es nada. Es diferente en cambio en los éxitos de Hollywood que acabo de mencionar. No importa realmente la trama, los efectos lo compensan todo. De hecho, el objetivo que quieen alcanzar los protagonistas queda definido al inicio de la cinta y se persigue sin variaciones ni cambios a lo largo de toda la duración de ésta.
Entonces, ¿donde queda la paciencia y el interés del público? Al parecer, cada vez son menos y habrá que reservar los de aquellos que aún los poseen para el llamado cine de arte, porque para el cine comercial, ya está visto que definitivamente no es posible hacer alusión a ambas cualidades.

lunes, 4 de enero de 2010

Comercio de animales: sin respeto por la vida

En el ámbito de la ecología y la conservación, mucho se habla de aquellos que cazan animales de forma indiscriminada por deporte o para venderlos a personas que no cuentan con la licencia ni los recursos suficientes para darle al animal la vida que necesita y merece. Es claro que estas prácticas son muy reprobables, sin embargo, se siguen llevando a cabo de manera ilegal y desde el mercado negro.
Sin embargo, de manera legal, aunque no legítima, a la vista de todos, se comercia y lucra con la vida de algunos animales domésticos. Me refiero a la compraventa de mascotas, específicamente, de perros. En la ciudad de Puebla, en México, en la zona centro, es decir, en el mismo corazón de ésta, se venden perros de una manera que recuerda la crueldad con la que los seres humanos pueden llegar a ser tratados también, vendidos como esclavos.
Cada fin de semana, el domingo, en el barrio de Analco, ubicado a sólo unas cuadras del zócalo de la ciudad, se pone un mercado que siempre está revestido de mucho colorido, pues en él se pueden hallar artesanías, productos de imitación, manualidades, plantas, ropa, comida y muchos otros artículos con los que la gente comercia para ayudarse en sus ingresos. Pese a que actualmente la dirigencia y administración del mercado están muy politizados, el mercado sigue siendo una buena idea y un espacio familiar muy atractivo para la gente de Puebla. Sin embargo, en algún momento, la gente cuyos perros tenían camada decidieron ofrecerlos a la venta en este mismko lugar. Esta ya no fue una buena idea.
Al principo, la gente llevaba sus jaulas o cajas con los perritos y se ubicaba en una sección de jardín de Analco, en la tierra y el pasto, con el evidente riesgo de que los animales, cachorros aún, contrajeran enfermedades y parásitos. Con el tiempo, dejaron de ser solamente personas ocasionales las que asistían al parque a vender sus perritos. Empezaron a llegar "pseudocriadores" con la oferta de cachorros hijos de "campeones" o perros de raza, los cuales, se notaba que de raza sólo les quedaba el nombre.
Pero el principal problema llegó cuando los comentarios por cachorrros muertos o enferemos a los pocos días de haberse adquirido en este lugar comenzaron a circular entre la gente de la ciudad. Al no haber un control legítimo de la venta de estos animales, no había garantía de que no estuvieran enfermos al momento de ser vendidos. Esto ocasionaba que, si bien era un poco más barato y variado comprar perros en esta zona, resultaba también un juego de azar.
Luego, los vendedores de perros y artículos para mascotas fueron trasladados a un camellón a un lado del mercado. Aquí se vió más orden, pero no más higiene. Por último, ahora se encuentran en una casa, tipo vecindad, ubicada junto al camellón mencionado.
Y entonces, hacinados en un espacio miserable, en condiciones húmedas, insalubres, irresponsables e inhumanas, es como ahora se venden decenas de perritos cada semana en el barrio de Analco. El lugar es un pasillo angosto, sucio y húmedo. Pero, además de las condiciones en las que se comercia con estos animales, está el problema de cómo los trata la gente que los lleva a vender. Algunas personas ni siquiera se toman la molestia de llevar un plato con comida y agua para los animales. Les dan de beber y de comer en el suelo, o de plano ni siquiera les dan nada. Los exhiben como si fueran calcetines o juguetes y los ofrecen para cargar a cualquiera, con el riesgo de que los animales se enfermen. La gente no entiende que los cachorros son bebés que, igual que un bebé humano, carece de un sistema inmunológico eficaz, no es como el de un adulto. Por lo tanto, no pueden estar en contacto con la tierra, la gente, el piso y un ambiente insalubre porque se enferman.
Pero la culpa no está en los vendedores de mascotas, como siempre, la culpa la tiene la gente que va a comprar a los animales y promueve, de esta manera, el trato inhumano a estos seres. Pues, luego de vender perros, la gente se indigna cuando escucha hablar en las noticias de la trata de personas. Pero en el fondo, son la misma cosa. Hacinar seres vivos y maltratarlos sin agua o comida, o con agua y comida de pésima calidad, para luego, venderlos como juguetes, como objetos.
Por eso, se debe promover la adopción de mascotas y el trato digno a los animales, para que entonces, se trabaje también en pro del trato digno a las personas y a todos los seres vivos en general. Y como siempre, el problema es la educación o la falta de ella. Y como siempre también, sólo en países como México pasan estas cosas. Nuestros problemas son más grandes de lo que parecen.